monos voladores web1 | Diccionario de Violencias | Historias Reales
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En psicología popular se denomina monos voladores a las personas que son fácilmente seducidas por mentiras y manipulaciones, volviéndose incluso cómplices de abusos y maltratos.
Inspirado en el libro clásico “El Mago de Oz” donde la Bruja Mala del Oeste se hace del poder de la gorra dorada, y con ella la bruja accede a pedir 3 deseos a los «monos voladores», quienes deben obedecerla sin importar la naturaleza de los deseos.

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Formas alternativas para atacar a la víctima

Se puede agredir en 1ra persona, pero se puede también distorsionar la percepción de otras personas y agredir así indirectamente. En general en el entorno de su familia, en el trabajo y entre amistades compartidas.
De esta forma, gente ajena a la agresión original se transforman en “ayudantes” del agresor, tomando partido en contra de la víctima. Entretanto, la víctima ignora lo que pasa, y ante la multiplicación de agresiones, termina cada vez más debilitada, interiorizando el daño por parte del agresor y creyéndose culpable de lo que le pasa.
Al fin y al cabo si cada vez más personas la agreden, es razonable que en la búsqueda de una explicación la víctima asuma que la culpa es suya, y «valide» de alguna forma la injusticia que padece.

Personalidades y decisiones

Claro que no cualquier persona puede terminar como mono volador. Las superficiales, impulsivas, prejuiciosas, con poco interés en hacer empatía y mucha ambición de poder son candidatas ideales. Sin embargo, por temor al rechazo y por necesidad de pertenencia grupal, muchas otras personas con perfiles menos egotistas pueden sumarse, o hacerlo por omisión, mirando hacia otro lado.

En 1ra persona: Un ejemplo con el padre de mis hijos

Tras años de agresiones decidí separarme, pero dado que mis hijos eran menores y mi ingreso no alcanzaba para pagar otro alquiler -y que él no estaba dispuesto a mudarse- acordamos convivir evitando “cruzarnos”.
Yo debía trabajar 12 horas de noche, estudiar todos los días de tarde; y en lo posible descansar a la mañana.
Pero no conforme con lo anterior también debía dejar la cena siempre preparada para él y mis hijos; y la casa impecable. ¿Por qué accedía a lo último? Si lo no lo hacía por las noches -aprovechando que yo estaba trabajando- él sacaba fotos de cosas que por falta de tiempo no había podido hacer en la casa, y se las mandaba a mi familia y a la suya como señal de mi aparente abandono.

Mi familia no hacía caso de estas acusaciones porque sabían que yo estaba todo el día ocupada, pero la familia de él y algunos amigos de ambos me tildaban de “vaga”. Incluso en reuniones recibía señalamientos del tipo “che, si no vas a dejar tu casa en condiciones, deberías dejar de trabajar”, “fijate que uno de tus hijos a veces no se cepilla los dientes” y cosas por el estilo, que eran comentarios literales que él habituaba hacer.

¿Cómo saber si estás actuando como mono volador?

El agresor tiene como agenda hablar mal de la víctima. Te hará saber lo mal que ella hace las cosas repetidamente, sin nunca perder oportunidad de hacerlo. Desde descuidos y desatenciones, situaciones sacadas de contexto, hasta exageraciones y mentiras. El mensaje será siempre el mismo: la víctima es problemática y las cosas malas que suceden a su alrededor son su culpa.
Si tenés dudas acerca de si sos un “mono volador” en una situación:

  1. Intentá tener una conversación con la persona sobre quien te están hablando negativamente tratando de formar tu propia evaluación.
  2. Analizá qué información estás recibiendo por parte de otras personas, y si estas acusaciones resultan recurrentes y unilaterales.
  3. Los comentarios que se hacen ¿Son agresiones?
  4. ¿Quién tiene más poder? ¿Está la persona señalada cada vez más aislada?

Responder con rigor estas preguntas te va a permitir re-elaborar la historia, y sobretodo, reconocer si con tu conducta “automática” no estás contribuyendo a una injusticia.

¿Tenés dudas de si estás siendo víctima de monos voladores?

Mirá con atención a las personas que te rodean y pregúntate:

  • ¿Están actuando o hablando de una manera muy parecida a la persona que me agrede?
  • ¿Hay alguien dispuesto a escucharte y buscar una solución?
  • ¿Se han enterado de cosas tuyas que vos nunca les contaste?
  • ¿Te sugieren o proponen hacer cambios que refuerzan la posición de tu agresor?

¿Cómo responder a una agresión donde participan monos voladores?

En estos contextos la injusticia se va naturalizando tan gradualmente que esulta difícil contradecir la tendencia. El grupo, el agresor y la agresión se amalgaman en un conjunto violento, y aún las personas «neutrales» o «aliadas» pueden actuar de forma deshonesta, llegando incluso a «traicionar» a la víctima.

Cuando tenemos fundamentos para pensar que estamos en una situación así el distanciamiento del origen de las agresiones se vuelve recomendable. Las injusticias no son una ilusión o un punto de vista. El daño que generan perdura en el tiempo, y fácilmente escalan en sus consecuencias, llegando a niveles insólitos.

Ante la ausencia de aliados genuinos que puedan intervenir a nuestro favor exponiendo la situación, las víctimas deberemos evaluar seriamente -aún con gran costo personal- si la mejor estrategia es la retirada.

Este artículo forma parte de #diccionariodeviolencias, una serie de contenidos transmedia de plantar.me que busca profundizar nuestra mirada sobre las violencias y cómo reducir el daño que generan.

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